Enfermedades Cardiovasculares

Las enfermedades cardiovasculares comprenden los trastornos graves que más prevalecen en naciones desarrolladas. En Estados Unidos la American Heart Association ha notificado que en 2002, 62 millones de estadounidenses (32 millones de mujeres y 30 millones de varones, es decir, más de un caso por cada cinco personas), tuvieron enfermedad cardiovascular (incluida la hipertensión). La cifra de prevalencia aumenta progresivamente con el envejecimiento, de 5% a los 20 años de vida a 75% en mayores de 75 años.

Las altas de hospitales estadounidenses en casos de enfermedades cardiovasculares han aumentado constantemente y ahora rebasan los seis millones por año. A pesar de los notables progresos en la prevención primaria y secundaria de la cardiopatía coronaria, cada año alrededor de 6.5 millones de estadounidenses presentan angina de pecho y más de un millón, infarto del miocardio. Alrededor de 4.8 millones de estadounidenses tienen insuficiencia cardíaca congestiva y cada año surgen más de medio millón de casos nuevos. Las hospitalizaciones por insuficiencia cardíaca han aumentado de 400 000 a 950 000 pacientes por año en los últimos 20 años. Más de 1.4 millones de enfermos son sometidos a cateterismo cardíaco cada año y alrededor de 1.2 millones son sometidos a revascularización (intervención coronaria percutánea o colocación de un injerto de derivación en arterias coronarias). Se sabe que aproximadamente un millón de estadounidenses con cardiopatías congénitas están vivos y que cada año nacen 40 000 pequeños con esta anomalía. Se ha calculado que el coste anual total de las enfermedades cardiovasculares es de 280 000 millones de dólares, 170 000 millones en costes directos y 110 000 millones en costes indirectos por pérdida de productividad.

Los índices de fallecimientos ajustados a la edad en el caso de las cardiopatías coronarias han disminuido 66% desde su punto máximo en 1965, pero las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la causa más frecuente de muerte y causan 40% de todas ellas, es decir casi un millón de fallecimientos cada año. En promedio, 25% de las muertes son repentinas. En países desarrollados, los índices de fallecimiento por enfermedades cardiovasculares alcanzan su nivel más alto en las naciones de la antigua Unión Soviética y están en un nivel intermedio en Estados Unidos y el occidente de Europa; Japón tiene los índices más bajos. La prevalencia de enfermedades cardiovasculares, en particular de la coronariopatía, ha aumentado alarmantemente en China, India, Pakistán y el Cercano Oriente, conforme disminuyen las causas nutricionales e infecciosas de muerte. Se ha calculado que para el año 2020 las enfermedades cardiovasculares constituirán la causa principal de fallecimiento a nivel mundial.

Síntomas cardíacos
Los síntomas de la cardiopatía generalmente obedecen a isquemia del miocardio, alteraciones de la contracción o relajación del miocardio, obstrucción del flujo sanguíneo o alteraciones del ritmo o de la frecuencia. La isquemia suele manifestarse por dolor torácico, mientras que la incapacidad de bombeo del corazón determina fatiga y disnea o, en los casos más graves, cianosis, hipotensión, síncope y aumento de la presión intravascular en el territorio situado detrás del ventrículo insuficiente. Esta última se caracteriza por la acumulación patológica de líquido que, a su vez, provoca disnea, ortopnea y edema generalizado o pulmonar. La obstrucción del flujo sanguíneo, como sucede en la estenosis valvular, produce síntomas similares a los de la insuficiencia cardíaca congestiva. Las arritmias cardíacas con frecuencia aparecen de manera repentina, y los signos y síntomas resultantes (palpitación, disnea, angina, hipotensión, presíncope y síncope) suelen ocurrir de manera brusca y desaparecen con la misma rapidez con la que se establecieron. La cardiopatía isquémica, con mucho la forma de cardiopatía más común de los adultos, con frecuencia se acompaña de dolor torácico, pero otras veces se manifiesta por insuficiencia cardíaca, taquiarritmia y muerte cardíaca súbita.

Aunque la función miocárdica o coronaria sea adecuada en reposo, puede resultar insuficiente durante el esfuerzo. Por eso, una historia de dolor torácico o disnea que aparece únicamente durante el desarrollo de la actividad es característica de las cardiopatías, mientras que lo contrario, es decir, la aparición de síntomas en reposo y su remisión con el esfuerzo, raramente ocurre en los enfermos con cardiopatía orgánica.

Muchos enfermos con patología cardiocirculatoria también pueden estar asintomáticos, tanto en reposo como durante el esfuerzo, pero suelen manifestar algún signo patológico en la exploración física, como un soplo cardíaco, aumento de la presión arterial sistémica o una anomalía del electrocardiograma (ECG) o de la silueta del corazón en la radiografía de tórax. Por otro lado, algunos enfermos muestran isquemia asintomática en las pruebas de esfuerzo. El primer acontecimiento clínico resulta catastrófico para algunos pacientes asintomáticos: muerte súbita cardíaca, infarto agudo de miocardio o embolia cerebral.

Temor a la cardiopatía
Las enfermedades del corazón y de la circulación son muy frecuentes, y la población está tan familiarizada con sus síntomas cardinales que los pacientes, y a veces los mismos médicos, atribuyen erróneamente muchos síntomas no cardíacos a una enfermedad cardiovascular. La combinación del temor tan extendido a las enfermedades del corazón, junto con las connotaciones emocionales, arraigadas en lo más profundo, de la función de este órgano suelen provocar síntomas que simulan los de una enfermedad orgánica en personas con un aparato cardiovascular normal. Diferenciar los síntomas y los signos causados por la cardiopatía orgánica de aquéllos que no guardan una relación directa supone una de las tareas más importantes y complejas en estos enfermos.

Los pacientes con una cardiopatía confirmada, en especial los que han sufrido un acontecimiento cardiovascular grave (como infarto de miocardio o arritmia grave) a menudo se muestran asustados y preocupados cuando reciben el alta hospitalaria y deben reanudar sus actividades normales, incluidas las relaciones sexuales. En la atención de los pacientes cardíacos resulta vital ocuparse de estos aspectos.

La disnea, una de las manifestaciones cardinales de la insuficiencia cardíaca, no sólo afecta a los enfermos del corazón, sino que es también característica de otros trastornos como las enfermedades pulmonares, la obesidad intensa y la ansiedad. Por la misma razón, el dolor torácico puede obedecer a multitud de causas, además de a la isquemia del miocardio. Para saber si una cardiopatía es la causa de los síntomas, muchas veces es necesario efectuar una cuidadosa exploración física. Las técnicas no invasoras, como la electrocardiografía en reposo y de esfuerzo , la ecocardiografía, la radiografía y las técnicas de imagen del miocardio suelen ofrecer información adicional muy útil que permite una interpretación correcta de los síntomas; ocasionalmente, se recurre a métodos especializados de carácter más cruento.

Diagnóstico
Como ha señalado la New York Heart Association, los elementos para efectuar un diagnóstico cardíaco completo comprenden:

1. La causa subyacente. La enfermedad, ¿tiene un origen congénito, hipertensivo o isquémico?

2. Las anomalías anatómicas. ¿Cuáles son las cámaras afectadas? ¿Se encuentran hipertróficas o dilatadas? ¿Cuáles son las válvulas afectadas? ¿Son regurgitantes o están estenosadas? ¿Existe afección del pericardio? ¿Se ha producido un infarto de miocardio?.

3. Las alteraciones fisiológicas. ¿Se observa alguna arritmia? ¿Existen signos de insuficiencia cardíaca congestiva o de isquemia miocárdica?

4. Discapacidad funcional. ¿Qué intensidad tiene la actividad física necesaria para que surjan los síntomas? La clasificación propuesta por la New York Heart Association es útil para describir la discapacidad funcional.

Clasificación funcional de la New York Heart Association
Clase I
No existe limitación de la actividad física
Ausencia de síntomas con la actividad habitual
Clase II
Ligera limitación de la actividad física
La actividad habitual provoca síntomas
Clase III
Notable limitación de la actividad física
Una actividad inferior a la habitual provoca síntomas
Ausencia de síntomas en reposo
Clase IV
Imposibilidad de realizar cualquier actividad física sin sufrir molestias
Presencia de síntomas en reposo

Un ejemplo puede ilustrar la importancia de hacer un diagnóstico completo. En el caso de una persona que acude al médico por dolor precordial desencadenado por el ejercicio, tiene enorme importancia clínica identificar que la causa es isquemia del miocardio. Sin embargo, la simple identificación de la isquemia no basta para plantear la estrategia terapéutica ni el pronóstico. Es necesario identificar las anormalidades anatómicas primarias que la originan (p. ej., ateroesclerosis coronaria o estenosis aórtica), y evaluar si están contribuyendo otros factores, como alguna perturbación funcional que origine desequilibrio entre el aporte y la demanda de oxígeno por el miocardio (anemia acentuada, tirotoxicosis o taquicardia supraventricular). Por último, la inten-sidad de la discapacidad indicará la extensión y el momento de los estudios diagnósticos e influirá decididamente en la estrategia terapéutica que se escoja.

El establecimiento del diagnóstico cardíaco correcto y completo a menudo comienza con la obtención de la anamnesis y la exploración física que, sin duda, aún constituyen la base del diagnóstico de una amplia gama de trastornos. La exploración física puede complementarse con cuatro tipos de pruebas de laboratorio:

1) electrocardiograma (ECG);

2) radiografía de tórax;

3) estudios por imagen incruentos (ecocardiograma, gammagrafía y técnicas de imagen) y, en ocasiones,

4) estudios especializados y cruentos, como cateterismo cardíaco, angiocardiografía y angiografía coronaria

Procesos en los que la exploración física es un determinante importante del diagnóstico: la confirmación mediante ecocardiografía suele ser útil
Prolapso de la válvula mitral
Insuficiencia cardíaca congestiva
Taponamiento cardíaco
Hipertensión
Estenosis mitral
Insuficiencia mitral crónica
Insuficiencia aórtica crónica
Insuficiencia tricuspídea
Estenosis aórtica
Hipertensión pulmonar aguda
Hipertensión pulmonar crónica
Estados de gasto elevado
Comunicación interauricular
Síndrome anginoso

Proceso diagnóstico
En el proceso diagnóstico los resultados obtenidos con cada una de estas modalidades se deben analizar tanto de manera independiente, como en conjunto. Sólo así se evitará pasar por alto datos sutiles, pero importantes. Por ejemplo, se practicará un ECG a todo enfermo con presunta cardiopatía, ya que puede aportar la clave fundamental para establecer el diagnóstico correcto. Así, si el electrocardiograma muestra una alteración leve de la conducción auriculoventricular en un enfermo con síncope de origen desconocido, y los demás métodos de exploración resultan normales, la causa probable es bloqueo cardíaco avanzado y asistolia, y está indicado efectuar un estudio electrofisiológico. Por otra parte, al combinarse con los resultados de otras técnicas de exploración, el ECG puede confirmar datos esenciales. Por ejemplo, si se sabe que un enfermo tiene soplo de arrastre diastólico en la punta, se debe prestar mayor atención a las ondas P, y si se aprecia un crecimiento de la aurícula izquierda en el electrocardiograma, lo más probable es que el soplo obedezca a una estenosis mitral. El diagnóstico se confirma por ecocardiografía, técnica que también revela la gravedad de la obstrucción y su repercusión en la presión de la arteria pulmonar y en la función de ambos ventrículos.

Antecedentes familiares
Cuando se recoge la historia clínica de un paciente con enfermedad cardiovascular conocida o presunta, ha de prestarse especial atención a los antecedentes familiares. La presentación familiar es frecuente en muchas enfermedades cardíacas. Se ha descrito la transmisión mendeliana de algunos defectos monogénicos, como sucede en la miocardiopatía hipertrófica (cap. 221), el síndrome de Marfan (cap. 342) y la muerte súbita relacionada con el síndrome de QT prolongado (cap. 214). La hipertensión esencial y la ateroesclerosis coronaria a menudo constituyen trastornos poligénicos. Pese a que la transmisión familiar resulta menos evidente que en los trastornos monogénicos, también ayuda a evaluar el riesgo y el pronóstico. La acumulación familiar de enfermedades cardiovasculares no sólo obedece a una base genética, sino también a hábitos dietéticos o de comportamiento de la familia, como la ingestión excesiva de sal o de calorías, o el tabaquismo.

Valoración de la alteración funcional
Para valorar la gravedad del trastorno funcional en un enfermo con cardiopatía, ayuda conocer con la mayor precisión posible su nivel de actividad y el ritmo al que se realiza el esfuerzo antes que aparezcan los síntomas. Por eso, no basta con establecer que el paciente se queja de disnea. Si la disnea aparece después de subir dos tramos largos de escaleras, la alteración funcional es bastante menor que cuando estos mismos síntomas sobrevienen tras dar unos cuantos pasos sobre el suelo liso. Por otro lado, hay que valorar el grado de actividad física habitual en el trabajo o durante el tiempo libre. La aparición de disnea de dos pisos en un corredor de maratón posee una importancia mucho mayor que una disnea de un piso en una persona sedentaria. De la misma manera, es necesario incluir en la anamnesis el tratamiento que sigue el enfermo. Así, por ejemplo, la aparición o persistencia de edema, disnea y otras manifestaciones de insuficiencia cardíaca en un paciente que sigue una dieta rigurosa y pobre en sodio, y que recibe una dosis óptima de diuréticos, resulta mucho más grave que la aparición del mismo cuadro en ausencia de este tratamiento. Para valorar el grado de avance de los síntomas y, en consecuencia, la gravedad del proceso de base, es necesario saber qué tareas concretas podía realizar el paciente un año antes y ahora no puede llevar a efecto.

El enfermo con un soplo cardíaco
Es posible dilucidar fácilmente el origen de un soplo cardíaco si se sigue una evaluación sistemática de sus características principales: momento en que aparece en el ciclo cardíaco, duración, intensidad, características, frecuencia, configuración, sitio, radiación y respuesta a maniobras; esta información se interpreta a la luz de los datos de la anamnesis, la exploración física general y los datos de otros estudios cardíacos. La mayor parte de los soplos son mesosistólicos y suaves (grados I a II/VI). Cuando un soplo con esas características aparece en un niño o un adulto joven, sin otras manifestaciones de cardiopatía en la exploración física, por lo común es benigno y por lo regular no se necesita la ecocardiografía. Por el contrario, las ecocardiografías bidimensional y de Doppler pacientes con soplos sistólicos intensos (grados III/VI o mayores), especialmente los holosistólicos o telesistólicos; en muchos de los pacientes con soplos diastólicos o continuos, y en las personas con signos físicos adicionales no explicados en la exploración cardíaca.

Electrocardiograma
Aunque se recomienda practicar un ECG a todos los pacientes con cardiopatía posible o confirmada, esta prueba rara vez permite establecer un diagnóstico específico, salvo la identificación de arritmias e infarto agudo del miocardio. La variedad de hallazgos electrocardiográficos normales es muy amplia y el trazado se modifica de forma significativa por factores no cardiógenos, como la edad, la constitución corporal y las concentraciones séricas de electrólitos. No debe concederse una importancia excesiva a los cambios electrocardiográficos, cuando no se observan otros datos anormales.

Evolución natural
Las enfermedades cardiovasculares por lo general se presentan de forma aguda, como sucede en los enfermos previamente asintomáticos con ateroesclerosis coronaria extensa que presentan un infarto agudo de miocardio o en los pacientes previamente asintomáticos con miocardiopatía hipertrófica cuya primera manifestación clínica consiste en síncope o incluso muerte súbita. De todas maneras, en ambos casos el médico, si está alerta, puede reconocer el riesgo de estas complicaciones mucho antes de que ocurran y tomar medidas para evitarlas. Así, el paciente con infarto agudo de miocardio muestra indudablemente factores de riesgo para la ateroesclerosis desde muchos años antes. Si se hubieran reconocido estos factores de riesgo, su eliminación o su reducción probablemente hubieran retrasado o evitado el infarto. De modo similar, un paciente con miocardiopatía hipertrófica quizá haya sufrido un soplo cardíaco durante años, por lo que la presencia de antecedentes familiares positivos debería motivar un estudio ecocardiográfico que permitiera identificar la enfermedad y aplicar un tratamiento adecuado mucho antes de que se produzcan las manifestaciones agudas.

PROTEGER LA SALUD. USO RACIONAL DEL MEDICAMENTO

Los próximos años dibujan un panorama con un sensible aumento de la población, un marcado envejecimiento de la misma y, por tanto, unas mayores necesidades sanitarias derivadas de este fenómeno así como de la cronificación de numerosas patologías. Estas necesidades tienen que garantizarse en un marco riguroso en cuanto a las exigencias de seguridad y eficacia de los medicamentos en beneficio de la calidad asistencial para los ciudadanos.

El uso racional de los medicamentos, el objetivo central, es que todos los ciudadanos sigan teniendo acceso al medicamento que necesiten, cuando y donde lo necesiten, en condiciones de efectividad y seguridad.

Los problemas relativos a los medicamentos han de ser abordados por cuantos agentes sociales están involucrados en su manejo (industria farmacéutica, profesionales sanitarios, poderes públicos y los propios ciudadanos), en la perspectiva del perfeccionamiento de la atención a la salud. En los quince años transcurridos desde la aprobación de la Ley del Medicamento, se puede afirmar que se ha alcanzado en gran parte el objetivo pretendido consagrándose la prestación farmacéutica como una prestación universal.

La prestación farmacéutica comprende los medicamentos y productos sanitarios y el conjunto de actuaciones encaminadas a que los pacientes los reciban y utilicen de forma adecuada a sus necesidades clínicas, en las dosis precisas según sus requerimientos individuales, durante el período de tiempo adecuado, con la información para su correcto uso y al menor coste posible.

Medicamentos: Como usarlos de manera segura en niños

Darle un medicamento a su hijo de manera segura puede resultar complicado. Quizá se sienta atemorizado por tener que suministrarle a su hijo un medicamento cuya dosis debe ser exacta, ya que sabe que si le da muy poco o demasiado pueden aparecer efectos secundarios graves. Afortunadamente, con algo de conocimiento y teniendo mucho cuidado, usted puede ayudar a tratar la enfermedad de su hijo y al mismo tiempo evitar reacciones peligrosas.

El uso correcto de los medicamentos consiste en saber en qué momento son necesarios y cuándo no lo son. Siempre pregúntele al médico cuando no esté seguro que los síntomas que presenta su hijo requieren tratamiento médico.

En la mayoría de los casos, los tratamientos en el hogar, sin el uso de medicamentos, serán la manera ideal de lograr una rápida recuperación, especialmente en casos leves de resfriados o gripe. Para ayudar al sistema inmunológico a recuperarse, asegúrese de que el enfermo descanse y tome mucho líquido, como agua, jugos o caldo. Esto le permitirá evitar la deshidratación que puede ocurrir como consecuencia de la pérdida de líquidos corporales al vomitar, tener diarrea, transpirar o eliminar secreciones nasales.

Si su hijo está congestionado y tiene la nariz tapada, utilice gotas de solución fisiológica. Un humidificador de agua fría o un vaporizador de agua caliente mantienen el ambiente húmedo y ayudan a que el niño se descongestione. Sin embargo, cuando utilice un humidificador o un vaporizador, asegúrese de limpiarlo todos los días, ya que puede llenarse de bacterias y moho si no lo guarda limpio y seco.

Para asegurarse de que está usando los medicamentos recetados o de venta libre correctamente, hable con el médico y el farmacéutico sobre los síntomas de su hijo. Cuando tenga que darle un medicamento a su hijo, usted tiene que saber lo siguiente:

el nombre del medicamento y la función que cumple
qué dosis del medicamento debe tomar, con qué frecuencia y por cuánto tiempo
cómo debe administrar el medicamento (si debe tomarse por vía oral; inhalarse; colocarse en los oídos, los ojos o en forma rectal; o aplicarse en la piel)
cualquier indicación especial; por ejemplo, si el medicamento debe tomarse en las comidas o con el estómago vacío
cómo debe guardar el medicamento
por cuánto tiempo puede guardarse el medicamento antes de que sea necesario desecharlo (inhaladores de asma, por ejemplo)
efectos secundarios o reacciones habituales
interacciones con otros medicamentos que el niño esté tomando
qué sucede si el niño no toma una de las dosis
Dado que las dosis del medicamento recetado o de venta libre dependen del peso del niño, asegúrese de que tanto el médico como el farmacéutico tengan esta información actualizada. El suministro de una dosis insuficiente puede hacer que el medicamento no sea efectivo y una dosis elevada puede dañar la salud del niño. Además, asegúrese de que el médico y el farmacéutico estén al tanto de las alergias de su hijo y de otros medicamentos que toma en forma regular.

En ocasiones, los medicamentos se deben suministrar en la medida que se necesiten (se toman solamente cuando el niño presenta ciertos síntomas, como dolor o molestias). Para la mayoría de los medicamentos, sin embargo, su niño debe terminar toda la medicina, como lo indicó el médico, aun si comienza a sentirse mejor. Por ejemplo, los antibióticos ayudan a eliminar las bacterias presentes en el organismo y por eso es importante terminar todas las dosis prescriptas aunque los síntomas hayan desaparecido. Si deja de tomar el antibiótico antes de tiempo, la infección puede regresar. Pero los medicamentos de venta libre que alivian síntomas como dolores o fiebre (acetaminofeno o ibuprofeno) sólo deben tomarse cuando el médico lo recomiende.

Nunca les dé aspirina a los niños, especialmente cuando tengan una enfermedad viral. El suministro de aspirina durante una enfermedad causada por un virus (como la influenza, la varicela, o una infección de las vías respiratorias superiores) puede ocasionar el síndrome de Reye, una afección que puede poner al niño en peligro de muerte y que presenta síntomas como náuseas, vómitos y un cansancio extremo que quizá derive en un estado comatoso. Dado que los medicamentos de venta libre (incluyendo aquellos para tratar los dolores de cabeza y las náuseas) contienen aspirina, siempre debe leer las etiquetas y consultar al médico antes de usarlos. Además, tenga cuidado, ya que algunos medicamentos que contienen aspirina utilizan otros términos para nombrarla (como salicilato o ácido acetilsalicílico). Evite el uso de estos medicamentos también.

Otros consejos para usar los medicamentos de manera segura son los siguientes:

No intente hacer el diagnóstico del problema de su hijo. Siempre pregúntele al médico de su hijo si no está seguro de que los síntomas requieran tratamiento médico.
Nunca utilice restos de medicamentos para tratar los síntomas de su hijo. Los farmacéuticos suelen dar un poco más de medicamento que lo que necesita en caso de que derrame parte de la droga accidentalmente o mida mal la dosis. Si le queda algo de medicamento una vez que termina el tratamiento, deséchelo. En el caso de los medicamentos que su hijo toma en la medida en que lo necesita, controle siempre la fecha de vencimiento de tal manera de asegurarse de no darle a su hijo un medicamento que haya vencido.
Nunca le dé a su hijo medicamentos que hayan sido recetados para otra persona, ya sea que se trate de un niño o un adulto. Aun en el caso de que dos personas sufran de la misma enfermedad, es posible que requieran diferentes drogas con distintas dosis e indicaciones.
Si está comprando medicamentos de venta libre, revise el envase para asegurarse de que el sello de seguridad se encuentre intacto. No utilice medicamentos cuyos envases estén rotos o cortados. Asegúrese de verificar la fecha de vencimiento también.
Asista siempre a la misma farmacia de manera que el registro de los medicamentos que su hijo ha tomado esté completo en un solo lugar. Siéntase con la libertad de hacerle al farmacéutico cualquier tipo de pregunta relacionada con los medicamentos que toma su niño y no dude en pedir más información sobre los posibles efectos secundarios o reacciones.
Suministro de medicamentos a su niño
Después de llegar a su hogar con el medicamento de su hijo, sigue siendo necesario que tome ciertas precauciones. Primero, asegúrese de tener el medicamento que le han recetado. Muchos medicamentos, así como los frascos que los contienen, presentan un aspecto muy similar. Por lo tanto, asegúrese de que el nombre de su hijo esté en el medicamento que el médico recomendó o recetó. Tenga mucho cuidado cuando busque el medicamento en medio de la noche; es fácil tomar el envase equivocado cuando uno está medio dormido.

Lea todas las indicaciones. Los medicamentos recetados, así como los de venta libre, vienen con indicaciones impresas sobre los efectos secundarios y contienen más información sobre cómo tomar el medicamento. Asegúrese de leer toda la información cuidadosamente antes de comenzar con el medicamento y llame al médico si tiene preguntas acerca de las indicaciones.

¿Tomarlo durante o fuera de las comidas? Todos los medicamentos recetados vienen con etiquetas que indican cómo se deben tomar. Por ejemplo, cuando la etiqueta indica “tomar en las comidas o con leche” significa que el medicamento puede caerle mal si tiene el estómago vacío, o que la comida aumenta su capacidad de absorción. En este caso, su hijo debe comer algo antes de tomar el medicamento.

Otra indicación muy común de los medicamentos recetados es “tomar con el estómago vacío”. En este caso, su hijo tendrá que tomar el medicamento 1 hora antes o 2 horas después de la comida, ya que los alimentos pueden impedir que el medicamento tenga el efecto esperado o pueden retardar o reducir su absorción. Algunos medicamentos interactúan solamente con ciertos alimentos o nutrientes, como los lácteos. Por lo tanto, asegúrese de leer las etiquetas para obtener más indicaciones.

La etiqueta puede indicarle que agite el medicamento líquido antes de usarlo para que los ingredientes activos se mezclen de manera uniforme.

La dosis correcta. Es de suma importancia que su hijo reciba la dosis exacta de medicamento dado que la mayoría de las drogas deben tomarse en una cierta dosis y en determinados momentos para que produzcan el efecto deseado. Si a su hijo le han recetado un medicamento, la dosis estará indicada por escrito en la etiqueta del envase de la droga. Si su hijo tiene que tomar un medicamento de venta libre, la dosis estará impresa en el prospecto que viene junto con la droga, en la caja del producto o en su etiqueta. Nunca suministre un medicamento de venta libre a los niños menores de 2 años sin la aprobación del médico. Consulte con su medico de cabecera si tiene dudas o preguntas. Los medicamentos para tos y rersfrio no son recomendables en niños menores de 2 años debido a posibles efectos colaterales indeseables.

Puede medir el medicamento del niño de varias maneras y la óptima será la que se adecue mejor a la edad del niño y a su cooperación para tomar la droga. Para los bebés que todavía no pueden tomar en taza, use jeringas que marquen las dosis. Al usar una jeringa puede verter el medicamento en la boca del bebé y evitar que lo escupa. Sin embargo, debe tener cuidado al usar una jeringa, ya que algunas vienen con una pequeña tapa en el extremo que si se desprende puede hacer que el bebé se ahogue. Guarde la jeringa para los medicamentos en un lugar seguro, fuera del alcance de su hijo.

Otra posibilidad, para los niños pequeños y los bebés, es darles el medicamento utilizando un gotero de plástico. También podrá utilizar una cuchara cilíndrica con las dosis marcadas, que viene con un mango largo que su hijo podrá agarrar con facilidad. Si su hijo puede tomar de una taza sin problema, los pequeños vasos que vienen con el medicamento resultan muy útiles. En la actualidad, hay incluso chupetes que sirven como dispositivo para suministrar medicamentos. Éstos son muy efectivos para darles el medicamento a bebés y niños pequeños. Con éstos, debe poner el medicamento en el vaso pequeño con medidor que viene con el chupete y luego darle el chupete al bebé para que chupe. La mayor parte del medicamento no pasa por las papilas gustativas, haciendo que el medicamento sea fácil de tragar.

Nunca utilice cucharas de mesa para medir el medicamento del niño, ya que estos utensilios de cocina no proporcionan medidas estándar. En cambio, diríjase a su farmacia local para obtener algún tipo de elemento medidor que le permita suministrar la dosis exacta del medicamento.

“¡Sabe muy mal!” ¿Su hijo está esquivando tomar la medicina? Tenga en cuenta estos consejos para hacer que los niños tomen el medicamento:

Algunos niños prefieren que el medicamento esté bien frío, pero la refrigeración puede alterar la efectividad de ciertas drogas. Pregúntele al farmacéutico si la medicina que está tomando su hijo puede refrigerarse.
Mezclar el medicamento del niño con una pequeña cantidad de líquido o con un alimento blando (como puré de manzanas o yogurt) puede hacerlo más apetecible. La cantidad de alimento que utilice para mezclar el medicamento debe ser muy pequeña y debe asegurarse de que el niño coma toda la porción para que reciba la totalidad de la dosis. No mezcle el medicamento en el biberón del bebé. Es posible que el niño no reciba la dosis completa si no termina el biberón. Pregúntele al farmacéutico si la efectividad del medicamento se verá afectada al mezclar la droga con comida o con líquidos.
Si utiliza una jeringa, trate de echar el medicamento poco a poco en la parte interior del cachete de la boca del niño, donde no hay papilas gustativas sensibles a los sabores amargos, así como en la parte posterior de la lengua.
Si su hijo tiene dificultades para tragar medicamentos en pastillas o cápsulas, puede pisarlas y mezclarlas con alimentos blandos (como el yogurt). Antes de hacerlo, sin embargo, pregúntele a su farmacéutico, ya que es posible que al triturar el medicamento su efectividad se vea afectada.
Algunos almacenes y farmacias ofrecen sabores como chocolate, cereza, uva y goma de mascar para hacer que los antibióticos y los jarabes para la tos sean más apetecibles. Sólo es necesaria una pequeña cantidad de ese sabor para disfrazar el gusto del medicamento. Si bien hay gente que acepta el uso de sabores para darles mejor gusto a los medicamentos que los niños tienen que tomar en forma regular, otra gente opina que los productos químicos que se usan en estos sabores disminuyen la efectividad de la droga. Pídale a su médico, o a su farmacéutico, más información sobre el agregado de sabores a los medicamentos de su hijo, especialmente si su niño sufre de alergias a ciertos colorantes o edulcorantes.
Aun si su hijo protesta cuando tiene que tomar el medicamento, nunca le diga a modo de incentivo que es una golosina. Esta táctica puede ser un arma de doble filo, ya que su hijo podría ingerir una dosis excesiva de medicina accidentalmente porque pensó que era algo rico. En cambio, explíquele que el medicamento es algo que lo va a ayudar a sentirse mejor, pero que nunca lo debe tomar sin la supervisión de sus padres. Si su hijo vomita o escupe el medicamento, no le dé otra dosis; en cambio, llame al médico para que le indique qué hacer.

Efectos secundarios
Después de darle una dosis de medicamento a su niño, esté atento para detectar efectos secundarios o reacciones alérgicas. Es posible que el farmacéutico le indique cuáles son los efectos secundarios que pueden aparecer (por ejemplo somnolencia o hiperactividad), o que lo lea en el envase del producto. Si su hijo presenta efectos secundarios como erupciones cutáneas, urticaria, vómitos o diarrea, hable con su médico o con el farmacéutico. La penicilina y otros antibióticos son las drogas recetadas que más ocasionan reacciones alérgicas.

Si su hijo hace un silbido al respirar, tiene dificultad para respirar o sufre un dolor agudo después de tomar el medicamento, busque atención de emergencia llamando al 911 o dirigiéndose a una sala de emergencias inmediatamente. Éstos pueden ser síntomas de anafilaxia, una reacción alérgica a un alergeno determinado (ciertos medicamentos, alimentos o picaduras de insectos) que pone en peligro la vida del niño.

Almacenamiento correcto
Debe tener tanto cuidado con el almacenamiento correcto de los medicamentos como con el suministro de las dosis. Lea las indicaciones del medicamento. Algunos medicamentos deben refrigerarse, pero la mayoría de ellos simplemente deben guardarse en un lugar fresco y seco, alejados de la exposición directa a la luz solar.

Si bien resulta muy cómodo guardar los medicamentos en el botiquín del baño, éste no suele ser un lugar aconsejable dada la humedad del ambiente por el uso de la ducha o la bañera. En cambio, guarde los medicamentos en su envase original en un lugar seco y que pueda cerrarse con llave, para que los niños no tengan acceso a ellos.

Las tapas de los envases que son “a prueba de niños” suelen ser difíciles de abrir hasta para un adulto, pero asegúrese de verificar que la tapa esté bien cerrada. Por último, deseche los medicamentos de manera segura arrojándolos por el inodoro. Nunca arroje los medicamentos en un cesto de basura al que pueda tener acceso su hijo.

Seguridad asociada al uso de fármacos en pediatría

Seguridad asociada al uso de fármacos en pediatría

El crecimiento y desarrollo constantes en la edad pediátrica marcan las especiales características que tiene el uso de fármacos en los niños:1

Los medicamentos pueden alterar, detener o retrasar el crecimiento en la infancia.
Los rápidos cambios de masa, forma y composición corporales son un desafío para conseguir la dosificación adecuada.
Existen pocos o muy limitados datos sobre reacciones adversas a medicamentos extraídos de estudios clínicos bien diseñados realizados en niños. Además, es muy frecuente que los datos de seguridad se extraigan de estudios cuyo objetivo primario haya sido obtener datos sobre la eficacia, por lo que sus tamaños muestrales no son suficientes para la detección de efectos adversos con bajas incidencias, por debajo de 1/10 000.2 En muchas ocasiones estas reacciones adversas se consideran infracuantificadas, por su difícil captura debido a que en las edades más tempranas su aparición se debe interpretar exclusivamente por el lenguaje gestual.
Ciertas reacciones adversas solo se observan en la infancia por la maduración, crecimiento y desarrollo de los niños. Así, las diferencias farmacocinéticas y farmacodinámicas marcan que los trastornos sean cualitativamente y cuantitativamente diferentes de los equivalentes en adultos. Por ende, esto puede afectar tanto al beneficio como al riesgo del uso de los fármacos, o a ambos, con una repercusión final en el balance beneficio/riesgo, que en muchos casos puede inclinarse hacia la no utilización de un medicamento en este grupo poblacional. Incluso cabe considerar la especial sensibilidad que presentan los niños por el uso de determinados excipientes.
Existen reacciones adversas con largos períodos de latencia y que para su detección precisarían períodos de seguimiento muy prolongados (aquellas relacionadas con problemas musculoesqueléticos, del comportamiento, del aparato reproductor, del sistema inmunitario o aquellas relacionadas con la madurez intelectual).3 Por otro lado, es preciso conocer que muchos fármacos puedenprovocar la aparición de efectos permanentes, cuando se emplean durante la denominada «ventana crítica», en el período gestacional. Y por último, corresponde considerar que los pacientes crónicos tienen mayor probabilidad de sufrir efectos permanentes por los tratamientos de larga duración.
Los estudios publicados sobre la prevalencia de acontecimientos adversos relacionados con medicamentos (AAM) en la población pediátrica son escasos y con una metodología para su detección y definición muy diversa, por lo que los resultados son muy dispares y, en muchas ocasiones, están infravalorados. Un estudio diseñado para el desarrollo de una herramienta eficaz para la detección de AAM en hospitales pediátricos concluye que se pueden llegar a producir hasta un 9,5-11% en los pacientes ingresados, siendo un 22% de ellos, prevenibles4 y un 12% potencialmente letales.5
Todo lo expuesto marca que sean varias las complicaciones que la utilización de fármacos en la edad pediátrica y neonatal puede presentar, y que no se deben obviar:

Los medicamentos se utilizan en condiciones distintas a las cuales fueron inicialmente autorizadas en porcentajes que rondan el 50% en la pediatría general, pudiendo alcanzar porcentajes de hasta el 90% en el área neonatal, como veremos más adelante. Este uso no autorizado se ha visto que está asociado a la aparición de una mayor tasa de errores en su utilización.6
No existe información adecuada respecto de su uso en pediatría ni en las fichas técnicas ni en los prospectos.
No existen formulaciones galénicas apropiadas para la población pediátrica.
Ausencia de datos pediátricos respecto de la farmacocinética, la eficacia y, sobre todo, seguridad, fundamental en neonatos y niños, pues la población pediátrica es especialmente sensible.
Las barreras que han impedido que hasta la fecha se haya llevado a cabo una apropiada labor de investigación sobre el desarrollo de fármacos para pediatría son bien conocidas; entre ellas, se encuentran: el costo de realización de los estudios correspondientes, muy elevado teniendo en cuenta el tamaño limitado del mercado al cual irán dirigidos esos fármacos, lo cual implica que las compañías farmacéuticas nunca tengan un retorno de lo invertido; en segundo lugar, las dificultades para el diseño de los estudios, como por ejemplo, el reducido número de pacientes pediátricos que cumplan los criterios de inclusión y la ausencia de controles adecuados para cada grupo de edad; por otra parte, el tiempo necesario para completar los períodos de estudio contemplados en los protocolos para niños, muy superiores a los de los adultos; los largos procesos de aprobación; los complejos y específicos aspectos éticos que rodean toda investigación en niños; el lograr la obtención de un consentimiento que contemple el balance beneficio/riesgo en pacientes que no pueden darlo por sí mismos.
De esta manera, los estudios clínicos en pediatría en muchos casos comienzan varios años después de que los fármacos hayan sido probados en adultos.7 Además, para estos estudios, en la mayor parte de los fármacos a emplear en la edad pediátrica no se han llevado a cabo estudios para la optimización de la dosis a emplear en los intervalos etarios incluidos en esta población. Como consecuencia, las dosis inicialmente empleadas a menudo derivan de la escalada de dosis en adultos, y su adaptación según la respuesta clínica.89
En nuestro medio, muchos estudios han descrito la mayor susceptibilidad pediátrica a la aparición de errores;1013 y dentro de la pediatría, los neonatos y niños, sobre todo menores de 4-5 años, acumulan un mayor número de errores de medicación respecto del valor esperado de acuerdo al volumen de utilización de medicamentos.1415

Evolución legislativa en torno al uso de fármacos en pediatría

La legislación en materia de investigación y autorización de medicamentos fue introducida para mejorar la seguridad de los seres humanos que recibían medicinas. Su objetivo, así como el de cualquier proceso de autorización, es garantizar la seguridad, eficacia y calidad de los fármacos previo a su comercialización por la industria farmacéutica.16
Los cambios legislativos, tanto en Europa, como en los EE.UU., se han producido en respuesta a casos graves de toxicidad por fármacos. Dos de esos casos de toxicidad afectaron a recién nacidos -el uso de cloranfenicol y el desarrollo del síndrome del bebé gris-17 y a fetos en proceso de desarrollo -el empleo de talidomida y la subsiguiente focomelia-18 lo cual provocó una sensibilización poblacional global sobre el problema de la ausencia de fármacos adecuadamente autorizados para su uso en niños.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), a través de la Asamblea Mundial de la Salud, reconoció los riesgos significativos que suponía para la población pediátrica el uso de fármacos no indicados para ellos y emitió la resolución WHA60.20,19 que urgía a sus 163 miembros al desarrollo de medidas para mejorar la disponibilidad y el acceso de fármacos para niños. En España comenzó a regularse hacia 1997 con la formación de un Comité Europeo para el Registro de Productos Medicinales (CPMP), destinado a la evaluación de fármacos para uso pediátrico y al desarrollo de la norma que definió inicialmente las condiciones para la realización de estudios clínicos en niños, así como las necesidades de formulaciones específicas para ellos.20 Más adelante, en el año 2004, se publicó un Reglamento por el cual se establecían los incentivos y normas para la investigación de productos medicinales en pediatría.21
La adopción de la nueva regulación pediátrica implicó varios años de preparación. La discusión sobre los aspectos que debía recoger se basó en la experiencia vivida en los EE.UU. tras la implantación de medidas similares en el año 1997, que proveían incentivos por el desarrollo de fármacos para uso pediátrico.22
La publicación del «Reglamento Pediátrico» en el año 2006 se asoció con los mayores avances logrados en la promoción de la investigación en pediatría.
El objetivo del Reglamento es facilitar el desarrollo y el acceso a los medicamentos de uso en la población pediátrica, asegurar que esos medicamentos están sujetos a una investigación ética y de alta calidad y apropiadamente autorizados para su uso en la población pediátrica. Dichos objetivos deben alcanzarse sin someter a la población pediátrica a estudios clínicos innecesarios y sin retrasar la autorización del medicamento para otros grupos de edad de la población.23 Este Reglamento Pediátrico, que entró en vigor el 26 de enero de 2007 constituye el marco jurídico que debe permitir aumentar la disponibilidad de medicamentos específicamente diseñados y autorizados para los niños.
Junto con la entrada en vigor del citado reglamento surgen en estos últimos años otras normas importantes, como la Directriz del Comité de Medicamentos de Uso Humano de la EMA sobre el establecimiento de planes de Farmaco-vigilancia para medicamentos empleados en población pediátrica previo a su autorización,24 así como unas guías publicadas en el año 2008 sobre el formato y contenido de los Planes de Investigación Pediátrica.25
En España, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) ha publicado unas guías con instrucciones detalladas para la industria farmacéutica sobre la presentación a la Agencia de información y estudios acerca del uso pediátrico de medicamentos autorizados por procedimientos distintos al centralizado, esto es, procedimiento nacional, reconocimiento mutuo o descentralizado, en cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 46 del Reglamento Pediátrico.26
Los efectos de la aparición de esta nueva regulación en cuanto a una mayor disponibilidad de fármacos para la edad pediátrica en Europa son muy deseados.27 Tanto las regulaciones del organismo de contralor de los EE.UU. (Food and Drug Administration, FDA) como de la Unión Europea requieren que la industria farmacéutica desarrolle y pruebe formulaciones para su uso en niños y adolescentes. Para promover este desarrollo, la EMA emitió un «documento de reflexión»,28 titulado «Formulaciones de elección para la población pediátrica», para que sirviera de fuente de información mientras se elaboraba una guía directiva con ese mismo fin. Ese documento indica que la disponibilidad de información publicada al respecto es limitada y sugiere que no se conoce en qué medida estos programas de desarrollo farmacéutico se pueden basar en evidencia clínica derivada de la bibliografía disponible.29

Evolución conceptual: del «uso compasivo» al «uso en condiciones diferentes a las autorizadas»

Los fármacos empleados siguiendo las especificaciones marcadas por su ficha técnica, y establecidas en el momento de su autorización inicial de comercialización, tienen menos tendencia a producir efectos adversos que aquellos fármacos cuyo uso en niños no está autorizado, o bien está prescrito en condiciones diferentes a las marcadas por su ficha técnica.9 La propia EMA lo revisó, concluyendo que el uso de fármacos no aprobados incrementa la incidencia y gravedad de las reacciones adversas a medicamentos.30
Sin embargo, como el porcentaje de fármacos sin indicación pediátrica es tan amplio (50-90%), y que ello afecta a un 20% de la población de la Unión Europea (unos 150 millones de personas menores de 18 años), el uso de fármacos bajo estas circunstancias es casi obligado. Es importante que a los niños no se les niegue el acceso al uso de fármacos claramente beneficiosos. No es ni práctico ni apropiado restringir el uso únicamente a fármacos autorizados para este grupo de edad.
Los profesionales sanitarios están obligados a tratar a los niños de la mejor manera posible, lo cual invariablemente implica el uso no autorizado de fármacos, o el uso de medicamentos en condiciones distintas a las autorizadas.9
Hasta ahora, se definía el uso compasivo como la utilización de medicamentos en indicaciones o condiciones de uso no autorizadas en pediatría. En el ámbito pediátrico, este uso era muy amplio, y el uso compasivo era la única «vía legal» para emplear ciertos fármacos, incluyéndose tres aspectos diferentes: el uso de fármacos en indicaciones no autorizadas, es decir, el empleo de ciertos fármacos cuya indicación no estaba autorizada, ni siquiera para la población adulta (uso compasivo por indicación); el uso de ciertos fármacos en condiciones diferentes a las indicadas en su ficha técnica, es decir, el uso en niños de un fármaco para una indicación sí autorizada para población adulta (uso compasivo por grupo de edad). Y por último, aunque minoritario, de fármacos en fase de investigación clínica («compassionate use»). La gestión de un fármaco empleado como uso compasivo de medicamento en investigación indica el procedimiento a seguir, de acuerdo también a las directrices de la EMA para la utilización de una alternativa terapéutica para pacientes de la Unión Europea con una patología para la que no existe un tratamiento satisfactorio comercializado y no pueden entrar a formar parte de un estudio clínico.31,32
Bajo el epígrafe de medicamentos empleados en condiciones diferentes a las autorizadas se incluyen ciertos términos anglosajones ampliamente empleados, y cuyo contenido fue anteriormente consensuado por un enorme panel de expertos en el año 2008, los términos unlicensed y off-label.33

Unlicensed use fue definido por dicho consenso, y avalado por el grupo pediátrico de trabajo dependiente de la EMA, como el empleo de un fármaco que no ha recibido nunca una autorización europea de comercialización como producto medicinal para su uso en seres humanos, ya sea en adultos o en niños.
Off-label use fue definido por el consenso como cualquier uso de un fármaco comercializado y no detallado en ficha técnica, incluidos indicación, grupo de edad sobre el que se va a emplear, dosis, forma farmacéutica o vía de administración.
El ámbito pediátrico queda mayoritariamente bajo el uso de fármacos en condiciones diferentes a las autorizadas, incluyéndose todos los motivos

Medidas para mejorar el uso racional de los medicamentos

La OMS asesora a los países para que ejecuten programas nacionales de fomento del uso racional de los medicamentos mediante estructuras y medidas de política, información y educación, tales como:

  • creación de organismos nacionales que coordinen las políticas sobre el uso de los medicamentos y hagan un seguimiento de sus repercusiones;
  • formulación de directrices clínicas basadas en datos probatorios destinadas a la capacitación, supervisión y apoyo a la toma de decisiones relacionadas con los medicamentos;
  • elaboración de listas de medicamentos esenciales para ser utilizadas en la adquisición de medicamentos y los reembolsos de los seguros;
  • creación de comités distritales y hospitalarios de medicamentos y tratamientos que apliquen intervenciones para mejorar el uso de los medicamentos y efectúen un seguimiento de sus efectos;
  • inclusión en los estudios universitarios de cursos de farmacoterapia basados en problemas concretos;
  • inclusión de la formación médica continua como requisito para ejercer la profesión;
  • oferta de información pública independiente y no sesgada sobre los medicamentos, tanto para el personal sanitario como para los consumidores;
  • fomento de la educación de la población en materia de medicamentos;
  • eliminación de los incentivos económicos que facilitan la prescripción incorrecta, como la venta de medicamentos con ánimo de lucro por parte de los prescriptores, que ven así aumentados sus ingresos;
  • formulación de reglamentaciones que garanticen que las actividades de promoción se ajustan a criterios éticos;
  • financiación suficiente para garantizar la disponibilidad de medicamentos y personal sanitario.

La estrategia más eficaz para mejorar el uso de los medicamentos en la atención primaria en los países en desarrollo consiste en una combinación de la formación y la supervisión del personal sanitario, la educación de los consumidores y el suministro de medicamentos apropiados en cantidades suficientes. Separadamente, todas estas intervenciones tienen un impacto reducido.

Respuesta de la OMS

Para mejorar el uso racional de los medicamentos, la OMS:

  • efectúa un seguimiento del uso mundial de los medicamentos y de las políticas farmacéuticas;
  • proporciona orientaciones de política y apoya a los países para que hagan un seguimiento del uso de los medicamentos y formulen, apliquen y evalúen estrategias nacionales para fomentar el uso racional de los medicamentos;
  • elabora e imparte programas de capacitación para los profesionales sanitarios nacionales acerca del seguimiento del uso de los medicamentos y su mejoramiento en todos los niveles del sistema de salud.

Medicamentos: uso racional de los medicamentos

Datos y cifras
Más del 50% de los medicamentos se prescriben, dispensan o venden de forma inapropiada, y la mitad de los pacientes no los toman correctamente.
El uso excesivo, insuficiente o indebido de los medicamentos tiene efectos nocivos para el paciente y constituye un desperdicio de recursos.
Más del 50% de los países no aplican políticas básicas para fomentar el uso racional de los medicamentos.
En los países en desarrollo, la proporción de pacientes tratados de conformidad con directrices clínicas es inferior al 40% en el sector público y del 30% en el sector privado.
La combinación de la formación y supervisión de los dispensadores de atención de salud, la educación de los consumidores y el suministro de medicamentos en cantidades suficientes es eficaz para mejorar su uso racional, pero separadamente todas estas intervenciones tienen un impacto reducido.

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Por uso racional de los medicamentos se entiende su uso correcto y apropiado. Para que haya un uso racional, el paciente tiene que recibir el medicamento adecuado y la dosis debida durante un periodo de tiempo suficiente, al menor costo para él y para la comunidad.

Uso incorrecto de los medicamentos
La OMS calcula que más de la mitad de los medicamentos se prescriben, dispensan o venden de forma inapropiada, y que la mitad de los pacientes no los toman correctamente. Este uso incorrecto puede adoptar la forma de un uso excesivo, insuficiente o indebido de medicamentos de venta con o sin receta.

Entre los problemas frecuentes se encuentran:
la polifarmacia (consumo de demasiados medicamentos);
el uso excesivo de antibióticos e inyecciones;
la prescripción no ajustada a directrices clínicas;
la automedicación inapropiada.
En los países en desarrollo, la proporción de pacientes con enfermedades comunes tratados de conformidad con directrices clínicas en la atención primaria es inferior al 40% en el sector público y del 30% en el sector privado. Por ejemplo:

la proporción de niños con diarrea aguda que reciben la rehidratación oral necesaria es inferior al 60%, pero más del 40% recibe antibióticos innecesarios:
solo un 50% de los pacientes con paludismo reciben los antipalúdicos de primera línea recomendados;
solo un 50 a 70% de los pacientes con neumonía son tratados con los antibióticos apropiados, pero hasta un 60% de los pacientes con infecciones respiratorias altas de origen vírico reciben antibióticos innecesarios.
Consecuencias del uso incorrecto de los medicamentos
El uso incorrecto de los medicamentos ocurre en todos los países, es nocivo para los pacientes y constituye un desperdicio de recursos. Entre sus consecuencias se encuentran:

La resistencia a los antimicrobianos. El uso excesivo de antibióticos aumenta la resistencia a los antimicrobianos y el número de medicamentos que dejan de ser eficaces para combatir las enfermedades infecciosas. Muchos procedimientos quirúrgicos y los tratamientos antineoplásicos no son posibles sin antibióticos para luchar contra las infecciones. La resistencia prolonga las enfermedades y las estancias hospitalarias, y puede llegar a causar la muerte; su costo es de US$ 4–5 mil millones al año en los Estados Unidos de América,[1] y de € 9 mil millones al año en Europa.[2]

Las reacciones adversas a los medicamentos y los errores de medicación. Las reacciones adversas a los medicamentos originadas por su uso erróneo o por reacciones alérgicas pueden ser causa de enfermedad, sufrimiento y muerte. Se calcula que las reacciones adversas a los medicamentos cuestan millones de dólares al año.[3,4]

El desperdicio de recursos. Un 10 a 40% de los presupuestos sanitarios nacionales se gasta en medicamentos. La compra de medicamentos directamente por el usuario puede causar graves dificultades económicas a los pacientes y a sus familias. Si los medicamentos no se prescriben y usan adecuadamente, se desperdician miles de millones de dólares de fondos públicos y personales.

La pérdida de confianza del paciente. El uso excesivo de medicamentos escasos contribuye a menudo al agotamiento de existencias y al aumento de los precios hasta niveles inasequibles, lo cual merma la confianza del paciente. Los malos resultados sanitarios debidos al uso inadecuado de los medicamentos también pueden reducir la confianza.
Factores que contribuyen al uso incorrecto de los medicamentos
Falta de conocimientos teóricos y prácticos. Las dudas sobre el diagnóstico, la falta de conocimientos de los prescriptores sobre los enfoques diagnósticos óptimos, la inexistencia de información independiente, como pueden ser las directrices clínicas, y de oportunidades para efectuar un seguimiento de los pacientes o el temor a posibles pleitos son factores que contribuyen a la prescripción y dispensación inadecuadas de los medicamentos.

Promoción de los medicamentos inapropiada y contraria a la ética por parte de las empresas farmacéuticas. La mayoría de los prescriptores obtienen la información sobre los medicamentos de las empresas farmacéuticas, y no de fuentes independientes, como las directrices clínicas. Esto puede conducir a menudo al uso excesivo. En algunos países está permitida la publicidad de medicamentos que necesitan receta dirigida directamente al consumidor, lo cual puede llevar a los pacientes a presionar a los médicos pidiéndoles medicamentos innecesarios.

Beneficios de la venta de medicamentos. En muchos países los minoristas prescriben y venden medicamentos sin necesidad de receta. Cuanto más vendan mayores serán sus ingresos, lo cual conduce al consumo excesivo de medicamentos, y en particular de los más caros.

Disponibilidad de medicamentos sin restricciones. En muchos países la prescripción de medicamentos como los antibióticos se hace libremente, sin necesidad de receta. Esto conduce al consumo excesivo, a la automedicación inapropiada y a la inobservancia de los regímenes posológicos.

Sobrecarga de trabajo del personal sanitario. Muchos prescriptores apenas tienen tiempo para dedicar a cada paciente, lo cual puede estar en el origen de diagnósticos y tratamientos deficientes. En esas circunstancias, se basan en hábitos de prescripción porque no tienen tiempo para actualizar sus conocimientos sobre los medicamentos.

Medicamentos inasequibles. En lugares donde los medicamentos son inasequibles, los pacientes pueden no comprar las cantidades necesarias para un tratamiento completo o no comprar ningún medicamento en absoluto. En lugar de ello pueden buscar alternativas como los medicamentos de calidad no garantizada adquiridos a través de Internet u otras fuentes, o los medicamentos que han sido prescritos a sus familiares o amigos.

Inexistencia de políticas farmacéuticas nacionales coordinadas. Las políticas básicas recomendadas por la OMS para garantizar el uso apropiado de los medicamentos solo se aplican en menos de la mitad de los países. Dichas políticas incluyen medidas e infraestructuras apropiadas para monitorizar y reglamentar el uso de los medicamentos, y para capacitar y supervisar a los profesionales sanitarios que realizan las prescripciones.

Evaluación del problema del uso irracional de medicamentos

Para encargarse del problema del uso irracional de medicinas, habría que supervisar  regularmente el recetado, la dispensación y el uso por los pacientes, y en concreto:

• Los tipos de uso irracional, para que puedan aplicarse distintas estrategias a problemas específicos cambiantes;
• El volumen de uso irracional, para conocer el tamaño del problema y poder supervisar el impacto de las estrategias utilizadas;
• Los motivos por los que se utilizan de modo irracional los medicamentos, para poder así elegir estrategias adecuadas, eficaces y factibles. A menudo existen razones perfectamente racionales para utilizar los medicamentos de forma irracional. Entre las causas del uso irracional se cuentan la falta de conocimientos, habilidades o información independiente, la disponibilidad sin restricciones de los medicamentos, el exceso de trabajo del personal sanitario, la promoción inadecuada de medicamentos y las ventas de medicinas basadas en el ánimo de lucro.

Existen varios métodos establecidos para medir el tipo y el grado de uso irracional.  Pueden utilizarse datos de consumo de medicinas (medicamentos) agregadas para identificar cuáles son los medicamentos caros con menor eficacia, o para comparar el consumo real con el consumo esperado (a partir de los datos de morbosidad).  Se pueden utilizar las metodologías de la Clasificación Anatómica Terapéutica (ATC) o la Dosis Diaria Definida (DDD) para comparar el consumo de medicamentos entre las distintas instituciones, regiones y países. Los indicadores de la OMS del uso de  medicamentos pueden utilizarse para identificar los problemas generales de recetado y de calidad de la atención sanitaria en establecimientos sanitarios primarios.

Para identificar problemas relativos al uso de medicamentos específicos o al tratamiento de enfermedades concretas, sobre todo en hospitales, se puede aplicar una evaluación puntual del uso de medicamentos (revisión de la utilización de medicamentos). Los métodos cualitativos que se emplean en las ciencias sociales (por ejemplo, discusiones puntuales en grupo, entrevistas detalladas, observación estructurada y cuestionarios estructurados) pueden utilizarse para investigar los motivos de un uso irracional. Se deben utilizar todos los datos reunidos para diseñar las intervenciones y medir el impacto que tienen dichas intervenciones sobre el uso de medicamentos.

Indicadores seleccionados de la OMS/INRUD* del uso de medicamentos en establecimientos de atención sanitaria primaria (OMS, 1993)

Indicadores de recetado:

  • Número medio de medicinas recetadas por consulta de paciente.
  • Porcentaje de medicamentos recetados por su nombre genérico.
  • Porcentaje de consultas en las que se ha recetado un antibiótico.
  • Porcentaje de consultas en las que se ha recetado una inyección.
  • Porcentaje de medicamentos recetados de la lista o formulario de medicamentos esenciales.

Indicadores de atención al paciente:

  • Duración media de la consulta
  • Tiempo medio que se tarda en dispensar un medicamento
  • Porcentaje de medicamentos dispensados de hecho
  • Porcentaje de medicamentos con las etiquetas correctas
  • Porcentaje de pacientes que conocen las dosis correctas

Indicadores de establecimiento:

  • Disponibilidad de una lista o formulario de medicamentos esenciales para el personal sanitario.
  • Disponibilidad de directrices clínicas
  • Porcentaje de medicinas clave disponibles

Indicadores complementarios del uso de medicamentos:

  • Coste medio de los medicamentos por consulta
  • Porcentaje de recetas de acuerdo con directrices clínicas

*La red internacional para el uso racional de los medicamentos

 

Par mas información:

http://apps.who.int/medicinedocs/pdf/s4874s/s4874s.pdf

Uso incorrecto de los medicamentos

 

Consecuencias del uso incorrecto de los medicamentos

El uso incorrecto de los medicamentos ocurre en todos los países, es nocivo para los pacientes y constituye un desperdicio de recursos. Entre sus consecuencias se encuentran:

  • La resistencia a los antimicrobianosEl uso excesivo de antibióticos aumenta la resistencia a los antimicrobianos y el número de medicamentos que dejan de ser eficaces para combatir las enfermedades infecciosas. Muchos procedimientos quirúrgicos y los tratamientos antineoplásicos no son posibles sin antibióticos para luchar contra las infecciones. La resistencia prolonga las enfermedades y las estancias hospitalarias, y puede llegar a causar la muerte.
  • Las reacciones adversas a los medicamentos y los errores de medicaciónLas reacciones adversas a los medicamentos originadas por su uso erróneo o por reacciones alérgicas pueden ser causa de enfermedad, sufrimiento y muerte. Se calcula que las reacciones adversas a los medicamentos cuestan millones de dólares al año.
  • El desperdicio de recursos. Un 10 a 40% de los presupuestos sanitarios nacionales se gasta en medicamentos. La compra de medicamentos directamente por el usuario puede causar graves dificultades económicas a los pacientes y a sus familias. Si los medicamentos no se prescriben y usan adecuadamente, se desperdician miles de millones de dólares de fondos públicos y personales.
  • La pérdida de confianza del paciente. El uso excesivo de medicamentos escasos contribuye a menudo al agotamiento de existencias y al aumento de los precios hasta niveles inasequibles, lo cual merma la confianza del paciente. Los malos resultados sanitarios debidos al uso inadecuado de los medicamentos también pueden reducir la confianza.

Factores que contribuyen al uso incorrecto de los medicamentos

  • Falta de conocimientos teóricos y prácticosLas dudas sobre el diagnóstico, la falta de conocimientos de los prescriptores sobre los enfoques diagnósticos óptimos, la inexistencia de información independiente, como pueden ser las directrices clínicas, y de oportunidades para efectuar un seguimiento de los pacientes o el temor a posibles pleitos son factores que contribuyen a la prescripción y dispensación inadecuadas de los medicamentos.
  • Promoción de los medicamentos inapropiada y contraria a la ética por parte de las empresas farmacéuticas. La mayoría de los prescriptores obtienen la información sobre los medicamentos de las empresas farmacéuticas, y no de fuentes independientes, como las directrices clínicas. Esto puede conducir a menudo al uso excesivo. En algunos países está permitida la publicidad de medicamentos que necesitan receta dirigida directamente al consumidor, lo cual puede llevar a los pacientes a presionar a los médicos pidiéndoles medicamentos innecesarios.
  • Beneficios de la venta de medicamentos. En muchos países los minoristas prescriben y venden medicamentos sin necesidad de receta. Cuanto más vendan mayores serán sus ingresos, lo cual conduce al consumo excesivo de medicamentos, y en particular de los más caros.
  • Disponibilidad de medicamentos sin restricciones. En muchos países la prescripción de medicamentos como los antibióticos se hace libremente, sin necesidad de receta. Esto conduce al consumo excesivo, a la automedicación inapropiada y a la inobservancia de los regímenes posológicos.
  • Sobrecarga de trabajo del personal sanitarioMuchos prescriptores apenas tienen tiempo para dedicar a cada paciente, lo cual puede estar en el origen de diagnósticos y tratamientos deficientes. En esas circunstancias, se basan en hábitos de prescripción porque no tienen tiempo para actualizar sus conocimientos sobre los medicamentos.
  • Medicamentos inasequibles. En lugares donde los medicamentos son inasequibles, los pacientes pueden no comprar las cantidades necesarias para un tratamiento completo o no comprar ningún medicamento en absoluto. En lugar de ello pueden buscar alternativas como los medicamentos de calidad no garantizada adquiridos a través de Internet u otras fuentes, o los medicamentos que han sido prescritos a sus familiares o amigos.
  • Inexistencia de políticas farmacéuticas nacionales coordinadas. Las políticas básicas recomendadas por la OMS para garantizar el uso apropiado de los medicamentos solo se aplican en menos de la mitad de los países. Dichas políticas incluyen medidas e infraestructuras apropiadas para monitorizar y reglamentar el uso de los medicamentos, y para capacitar y supervisar a los profesionales sanitarios que realizan las prescripciones.